La actividad de los poceros ha cambiado con el paso del tiempo. Anteriormente su trabajo implicaba sencillamente hacer pozos y realizar las reparaciones pertinentes. Sin embargo, además de realizar esta actividades, en la actualidad también se encargan de los trabajos relacionados con la reparación y mantenimiento del sistema de alcantarillado. A continuación detallamos parte de su trabajo, así como las aplicaciones de los distintos tipos de pozos de saneamiento que comúnmente se construyen.

Actividades generales de los poceros.

La actividad de la pocería se relaciona directamente con la construcción y reparación de redes de saneamiento. Por supuesto, para realizarla de forma eficaz se deben usar equipos especializados. 

Entre otras cosas, los poceros pueden usar dispositivos tecnológicos de última generación, como bombas de extracción, cámaras de vídeo, detectores de fugas, aspiradora y detectores de arquetas ocultas. Todo esto permite realizar trabajos de instalación y mantenimiento en cualquier tipo de redes de saneamiento. Además, se evita cualquier riesgo implicado en el trabajo de tuberías subterráneas. De esta forma, sin importar que se trate de redes públicas, como las correspondientes a la ingeniería civil, o privadas, como en las que se encuentran en el interior de los edificios, es posible realizar un trabajo de calidad. 

Además, la aplicación de las últimas tecnologías habitualmente conllevan la reducción en los costes. Por eso, es posible contar con los servicio de poceros altamente cualificados a un precio realmente accesible.

Habitualmente, en las fincas los pozos y las galerías constituyen la principal zona de acceso de los alcantarillados. Además, permiten redireccionar, fusionar o dividir las líneas de desagüe. Por lo tanto, para el perfecto funcionamiento de la red de alcantarillado, es necesario que los pozos se mantengan en las mejores condiciones posibles. Precisamente esa es la razón principal por la que el trabajo de los poceros es fundamental.

Tipos de pozos.

Los pozos que deben construir o mantener los poceros varían de acuerdo a sus dimensiones. Uno de los más comunes es el pozo de 110 cm de diámetro. Se trata de unidades que funcionan como zonas de encuentro entre distintas líneas de la red. Por eso, habitualmente se ubican en las calles urbanas y sirven para conectar las distintas fincas aledañas al sistema de alcantarillado. 

Por otro lado, los pozos de 80 cm de diámetro funcionan como registros generales de las fincas. Lo más habitual es que se ubiquen lo más cerca posible de la red pública. Otro tipo de pozo es el 70 cm de diámetro, el cual se utiliza como registro interno, especialmente como galería de entronque subterráneo en las fincas.